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Y si no, pregúntale a tu factura y más aún si vives en lugares donde la lluvia es muy escasa. El césped artificial no necesita regarse salvo en ocasiones de acumulación de polvo, un problema menor con el que apenas gastarás agua y dinero. En concreto, se estima que un metro cuadrado de césped natural consume 200 litros de agua al año, una cantidad que podríamos ahorrarnos con el uso de césped artificial. De hecho, numerosos expertos aseguran que el 60% del agua utilizada en verano está destinada al riego.
Una porción de césped artificial tiene una durabilidad que equivale a 12 veces el uso anual de césped natural. Su esperanza de vida útil es de 15-25 años y soporta perfectamente un uso de 3.000 horas al año, el triple que el césped natural.
El césped artificial se mantiene verde los 365 días del año, no genera barro ni aparecen malas hierbas, decoloraciones o calvas. Además, no es necesario el uso de fertilizantes o pesticidas, no precisa maquinaria para cortar o regar, y tampoco hará falta contratar jardineros para las labores de mantenimiento, por lo que se trata de un producto muy fácilmente amortizable.
Al no necesitar todos los químicos mencionados ni gran consumo de agua o energía, genera cero residuos y ninguna contaminación derivada del uso de productos tóxicos y maquinaria, por lo que se minimiza el impacto medioambiental. Además, si sobra algún retal, siempre es buena idea reciclarlo para diseñar accesorios tales como macetas y otra decoración de interiores.
Un bien de los más preciados en esta vida y que se nos va poco a poco con gran facilidad. Instalando césped artificial podrás dedicar pleno tiempo a tu familia, a otras labores del hogar y por qué no, a tus propios hobbies.
C/ Carbón, Parcela 213. Polígono Sector 20
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